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En los últimos años, los siniestros con fauna han dejado de ser un episodio aislado para convertirse en un problema recurrente en nuestra red viaria. Las cifras más recientes divulgadas en 2025 confirman la tendencia: los accidentes con animales se han duplicado en la última década y en 2024 se registraron más de 36.000 en carreteras interurbanas. La gran mayoría acaban “solo” en daños materiales, pero el riesgo existe —y es especialmente relevante en conductores de moto y en turismos que reaccionan con volantazos—. Si conduces con frecuencia fuera de los grandes núcleos urbanos, este fenómeno te afecta.
No hay una única causa, sino la suma de varios factores:
Más fauna silvestre y más cerca: las poblaciones de jabalí y corzo crecen y se desplazan hacia áreas periurbanas en busca de alimento y refugio. El jabalí, además, se mueve en grupos; ver uno suele significar que hay más cerca.
Exposición en horas críticas: amanecer y atardecer concentran cruces de animales y desplazamientos humanos. Con el sol bajo y menor visibilidad, la capacidad de reacción se reduce.
Carreteras convencionales: la mayoría de estos accidentes se produce en vías secundarias, con arcenes más próximos al monte o al cultivo y con entradas a caminos rurales. Son tramos con menos iluminación, más accesos y, a menudo, sin barreras físicas que disuadan el cruce de fauna.
Aunque los atropellos de animales pueden ocurrir en cualquier punto del país, hay corredores “calientes” donde confluyen orografía, hábitat y red viaria: buena parte de Galicia, Castilla y León, Castilla-La Mancha y la provincia de Girona destacan por su frecuencia. En cuanto a especies, jabalí y corzo encabezan la estadística; los perros aparecen en menor medida, con un patrón más ligado a entornos habitados.
Seguridad ante todo: detente fuera de la calzada si es posible, activa las luces de emergencia, ponte el chaleco y señaliza (triángulos o luz V16).
Llama al 112 si hay heridos o el animal permanece en la calzada. No manipules al animal: hay riesgo sanitario y de agresión.
Documenta: fotografías del lugar, del vehículo y —solo si es seguro— del animal; anota punto kilométrico, sentido, hora, iluminación y meteorología.
Parte de accidente y aviso inmediato a tu aseguradora. Si hay lesiones, acude a urgencias y guarda todos los informes y justificantes (rehabilitación, farmacia, desplazamientos).
Este protocolo evita agravar el siniestro y, además, te proporciona la trazabilidad que necesitarás si debes gestionar una reclamación.
La prevención sí funciona y, en este tema, se apoya en hábitos muy concretos:
Baja la velocidad en tramos señalizados o con antecedentes de cruces. Reducir 10–20 km/h al amanecer/atardecer puede marcar la diferencia entre ver y no ver a tiempo.
Luz adecuada y distancia de seguridad. En carreteras convencionales, si no hay tráfico en sentido contrario, utiliza luz larga para anticipar reflejos en la cuneta y mantén margen suficiente con el vehículo precedente.
Si el choque es inevitable, frena recto. Evita el volantazo: lo que parece una maniobra salvadora termina en demasiadas ocasiones en salida de vía o choque frontal.
Lectura del entorno. Ojos que reflejan, matorrales que se mueven, huellas en el arcén… son señales de alerta. Recuerda que los jabalíes rara vez están solos.
En paralelo, las administraciones están desplegando medidas de infraestructura: vallados selectivos, pasos de fauna, reflectantes y señalización dinámica en puntos negros, además de actuaciones de gestión del hábitat para reducir la atracción de animales a la carretera. La combinación de conducta preventiva y medidas de vía es la que mejores resultados ofrece.
Daños materiales del vehículo: suelen estar cubiertos si tu póliza incluye daños propios/todo riesgo o una cláusula específica de colisión con animales. Revisa condiciones y franquicia.
Lesiones: se tramitan con el Baremo (días de perjuicio básico/moderado/grave y secuelas), igual que en cualquier accidente con lesiones. Guardar urgencias y evolución clínica es clave.
Gastos de movilidad y sanitarios: taxi/VTC/abono transporte, vehículo de sustitución y desplazamientos a rehabilitación pueden reclamarse si hay nexo con el accidente, proporcionalidad y prueba (tickets, parte de reparación, citas).
Relación con la aseguradora: envía una reclamación previa completa (hechos, daños, prueba médica y económica). A partir de ahí, la compañía tiene un plazo de tres meses para darte oferta motivada o respuesta motivada. Si no lo hace, o si aceptas la oferta y no pagan/consignan con diligencia, podrás exigir intereses por demora.
En siniestros con especies como (jabalí, corzo, ciervo) el encaje de responsabilidades puede ser más complejo —titular del aprovechamiento cinegético, conservación de la vía, circunstancias del siniestro—. Por eso conviene documentar con precisión (atestado, PK, fotos) y analizar el caso concreto antes de decidir la estrategia.
Hecho: atestado o boletín de accidente + fotos claras + ubicación exacta.
Daño material: peritación, orden de reparación y factura; si hay siniestro total, valor venal o valor de mercado debidamente justificado.
Daño corporal: parte de urgencias, evolución (AP/rehabilitación), codificación de días y secuelas.
Gastos: movilidad (tickets), farmacia, rehabilitación privada, informes periciales; todo con justificantes.
Plazos: controla el trimestre para la oferta de la aseguradora y, si incumplen, calcula intereses.
Los accidentes de tráfico con animales van a más y se concentran en carreteras convencionales, con jabalí y corzo como protagonistas. La receta es doble: prevención inteligente (velocidad, luz, distancia, nada de volantazos) y gestión rigurosa si ocurre (protocolo de seguridad, prueba sólida y plazos bajo control). Con esas dos claves, reduces el riesgo y, si el siniestro sucede, maximizas tus opciones de resarcimiento.
¿Has tenido un accidente con fauna y no sabes cómo plantear la reclamación? En nuestro despacho revisamos tu caso, ordenamos la prueba médica y económica y nos ocupamos de exigir a la aseguradora lo que corresponde.